sábado, 9 de mayo de 2015

Bajo mínimos.

Esa capacidad mágica que sólo tiene la música y con la que es capaz de transportarte a los lugares más lejanos de tus recuerdos. Simples acordes y notas que son capaces evadirnos de la realidad, de modificar nuestro estado de ánimo y de hacer que el tiempo se pare a nuestro alrededor.

Canciones que son nuestras únicas acompañantes en los momentos de soledad y reflexión. Ésas que están siempre presentes en la lista de reproducción de tu móvil y que aparecen cuando más las necesitas. Sigilosas pero efectivas. Reflexivas, decisivas, importantes.

Escucharlas te da una perspectiva diferente de las cosas, sentirlas en tus oídos una vez tras otra reconforta mucho más que cualquier frase prefabricada que alguien intente decir para animarte sin ni siquiera intentar entender como te sientes.


Aprende a apreciar las canciones que están ahí siempre para ti.



domingo, 28 de diciembre de 2014

Everybody hurts

Le hubiera gustado ser más común, más como el resto, menos suya.

Hubiera deseado poder saber qué pasaba por su cabeza con exactitud en todo momento; le hubiera encantado poder ordenar lo que sentía.

Quizá el problema era ella y su constante necesidad de ordenar y analizar todo lo que sucedía en lugar de dejarse llevar. Tal vez debería dejarse guiar por lo que sentía en cada instante y no pensar en lo que había sucedido en el pasado. 

Una vez más era el pasado lo que la atormentaba, atrapándola en una espiral de la que era difícil salir. 

No podía hacer nada, no sabía que hacer.



tenía su huella marcada;
más marcada que nunca. 

jueves, 25 de diciembre de 2014

Read all about it, Part III.

Le gustaba demasiado pasar las tardes de invierno en las que no tenía nada que hacer tirada en la cama escuchando esas canciones que tenían un lugar especial en el fondo de su corazón. 

Casi sin darse cuenta estaba repasando mentalmente todas y cada una de las cosas que le habían pasado durante los últimos meses, e incluso cosas que habían sucedido años atrás. Por su cabeza pasaban momentos importantes, momentos que habían dejado huella en ella para siempre y que formaban y formarían parte de su pasado y de sus recuerdos. 

Nunca había pretendido borrar de su memoria las cosas que le sucedieron algún día, porque si lo hacía una parte de ella se perdería para siempre. Prefería guardar los momentos en algún lugar de su interior y así ser capaz de recuperarlos cada vez que lo necesitase. 

Tal vez le servía como vía de escape cuando necesitaba huir de su presente; quizá lo utilizaba para darse cuenta de que había estado peor en otros momentos, o simplemente aparecían en su memoria cuando menos lo esperaba. 

Y esta vez no iba a ser diferente. Hoy era una de esas tardes perdidas con la cara enterrada en la almohada cubierta en lágrimas. Lágrimas que no necesariamente tenían que ser de tristeza o de felicidad, eran lágrimas de recordar tiempos pasados que ahora ya no estaban, que se habían esfumado y perdido con el paso del tiempo. 

Muchas veces le hubiera gustado haber podido volver a revivir partes de su vida, haber podido volver a determinados momentos para así enfrentarse a ellos de nuevo y poder resolverlos de otra forma mejor que aquella en la que habían sucedido por primera vez. Pero sabía de sobra que no podía y también sabía que era mejor dejar las cosas como estaban; si quería fantasear siempre podía hacerlo, en sus recuerdos, modificados a merced de su voluntad en ese momento. 

Seguro que mucha gente pensaría que lo que estaba haciendo en ese momento era algo estúpido, pero si nunca se preocupó por lo que pensaba la gente, no iba a empezar a hacerlo ahora. Disfrutaba reviviendo su vida, viendo como todo había cambiado, mirando hacia el pasado y preguntándose como sería el futuro. Pero sobre todo, disfrutaba viviendo el presente, un presente que podía vivir gracias a lo que su pasado había hecho sobre ella. 

Cerró los ojos, y empezó a bucear en su memoria. No tenía prisa, la música sonaba y sin darse apenas cuenta perdió la noción del tiempo.



Read all about it, Pt. III

martes, 23 de diciembre de 2014

Nunca le había gustado el frío

Hipocresía era la primera palabra que se le venía a la mente cada vez que pensaba en la navidad. Sabía desde hacía ya muchos años que toda la opulencia que rodeaba la navidad no era más que una cortina de humo que intentaba tapar unas deficiencias cada vez más notorias que hacían que no disfrutase la navidad.

Se había convertido en una época de mal gusto en la que había que aguantar sonrisas falsas, preguntas incómodas y alguna que otra discusión innecesaria. 

Pero las reuniones familiares nunca fueron un problema para él, Su familia siempre había estado muy unida y pese a que faltaba en la mesa gente muy importante, todo seguía como si nada año tras año. Aun así él seguía sintiéndose incómodo cada vez que veía  encima de la mesa una cantidad insana de comida que reposaba caliente sobre los platos. 

En realidad lo que nunca había entendido de la navidad era la necesidad de rodear la felicidad que se siente al tener a la familia reunida de una nube de comida, regalos y un frío consumismo que quitaba hierro a la esencia de la navidad.  

Todavía entendía menos el por qué de gastar un dinero que no se tenía en aparentar riqueza al regalar cosas que nadie necesita mientas el el cariño y el amor se quedaban descansado en casa. 

Nunca llegó a comprender a toda esa gente adulta, tan emocionada en gastar y gastar para poder regalar cosas caras y llenar la mesa de comida exquisita. Siempre pensó que la navidad se había convertido demasiado frío. Y el frío nunca le había gustado. 


domingo, 30 de noviembre de 2014

Y siguió andando

Volvió a preguntarse el por qué. Quería saber la razón de todo lo que estaba pasando. Veía que poco a poco las vidas de todas las personas de su alrededor iban cogiendo forma, iban yendo a mejor. 

Una vez más empezó a imaginar las razones que le llevaban a estar como estaba. Empezó a darle vueltas a todo lo que pasaba por su cabeza; analizándolo, sin sacar ninguna conclusión clara. Sufriendo. 

Siguió así más tiempo del que hubiese deseado, pensando, llorando, sintiendo demasiadas cosas que era incapaz de controlar. Tenía la necesidad de que algo empezase a ir bien; necesitaba huir. 

Salió precipitadamente por la puerta de casa, sin pensar ni siquiera dónde pretendía ir. Quería perderse, necesitaba evadirse. Subió el volumen de la música más de lo que sus oídos podían soportar y echó a andar. 

No fue consciente del tiempo que estuvo perdido por las calles, ni de que la lluvia le había calado hasta los huesos. Sólo era consciente de sus pensamientos, que se escuchaban a gritos dentro de su cabeza. 

No podía hacer nada. No sabía qué hacer. Seguir, andar, huir. Hubiera querido ser lo suficientemente fuerte como para poder continuar con todo como si nada estuviese sucediendo. Pero no lo era.

Se limitó a ver como sus lágrimas se confundían con la lluvia. 

Y siguió andando. 

no sabía dónde;
pero iba lejos. 

sábado, 29 de noviembre de 2014

Cuando perderse significa encontrarse.

Nada más lejos de la realidad que le rodeaba cada día, que le ahogaba y que no le dejaba ni siquiera respirar. 

Se había cansado ya de intentar las cosas en vano, estaba realmente harta de darse una y otra vez contra el mismo muro que encasillaba su vida en un espacio demasiado pequeño para alguien tan grande. Siempre supe que sería una de las personas más grandes que había conocido, siempre hubo algo en mi interior que decía que llegaría lejos si se lo proponía; pero estaba rota. Rota y cansada. Cansada de vivir algo que no llegaba a ningún sitio.

Su vida era la misma desde hacía ya mucho tiempo, pero lo único que había cambiado era su perspectiva. Las cosas pueden cambiar mucho a pesar de seguir siendo iguales, pueden empezar a verse de forma diferente y acabar convirtiendo el cielo en el infierno.

La habían convertido en un robot sin sentimientos; o quizá en alguien demasiado pasional. Vivir se había convertido en una auténtica receta que había que seguir paso a paso para no salirse del molde. 

Se había quedado sin espacio para vivir. Estaba totalmente harta de seguir haciendo lo mismo día tras día sin ver un por qué. Seguir haciendo lo que la mataba por dentro y conseguir con ello ser feliz era un reto incluso demasiado grande para ella. 

cuando perderse significa
encontrarse. 


viernes, 14 de noviembre de 2014

Por inercia, no por ganas.

Siguió teniendo la impresión de que se había equivocado, un día más. Hacía ya tiempo que sabía que no había tomado la decisión correcta. Hacía ya demasiado tiempo que seguía a delante únicamente por seguir y no por querer hacerlo en realidad.

Todo se había vuelto demasiado complejo y ambiguo, había dejado ya de valer la pena. El camino se había convertido en un sinsentido, en una sucesión de acontecimientos inconexos que no llevaban a ninguna parte. 

Una y otra vez la misma idea rondaba por su cabeza, imaginando todo lo que podría haber pasado si las cosas hubiesen sucedido de otra forma; si las decisiones se hubiesen tomado en otra dirección. ¿En cual? Ni él mismo lo sabía. 

Sabía que el rumbo era otro, diferente al tomado, pero no sabía cual. Tenía la necesidad de cambiar todo aquello que hacía, de sentir que hacía las cosas por convicción, por voluntad y no únicamente por obligación.

Pero una vez más, en lugar de luchar por cambiar todo aquello que no le hacía feliz, pensó que a todo se acabaría acostumbrando; que sería una etapa, e incluso que dejando de pensar en ello el problema desaparecería. 
El tiempo le hará darse cuenta de que los parches no solucionan nada, que solo son soluciones temporales que van haciendo más grande el problema en lugar de abordarlo como es debido. 

Hasta entonces, seguir hacia adelante por inercia y no por ganas.