martes, 4 de noviembre de 2014

Ojalá poder volver.

De repente se volvió encontrar a si mismo sentado en el borde de la cama, pensativo. Con la mente en blanco. Sin nada en su cabeza, pensando en todo. 

Necesitaba desahogarse, sacar todo lo que llevaba dentro y empezar a sentirse bien. Empezó a bucear en su memoria, recordando a muchas personas que habían decidido entrar y salir de su vida demasiado rápido. Personas que en el momento en el que dejaron huella se fueron sin más. 

Siguió repasando mentalmente, uno por uno, toda la gente con la que le hubiera gustado hablar pero con la que no correspondía hacerlo en aquel momento. 

Se dio cuenta de que de nada servía abrir sus sentimientos a gente que ya hacía demasiado que se había olvidado de él. Esperó en el borde de la cama a que sucediera algo, no sabía bien el que, pero algo que cambiase aquella situación.

Estaba cansado de ser alguien a quien todo el mundo olvidaba, se había hartado de encontrarse solo en los momentos en los que más apoyo necesitaba. Pero hasta que apareciera alguien dispuesto a acabar con su soledad, seguiría pensando hasta conseguir dormirse. 


Rincones solitarios. 

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