domingo, 30 de noviembre de 2014

Y siguió andando

Volvió a preguntarse el por qué. Quería saber la razón de todo lo que estaba pasando. Veía que poco a poco las vidas de todas las personas de su alrededor iban cogiendo forma, iban yendo a mejor. 

Una vez más empezó a imaginar las razones que le llevaban a estar como estaba. Empezó a darle vueltas a todo lo que pasaba por su cabeza; analizándolo, sin sacar ninguna conclusión clara. Sufriendo. 

Siguió así más tiempo del que hubiese deseado, pensando, llorando, sintiendo demasiadas cosas que era incapaz de controlar. Tenía la necesidad de que algo empezase a ir bien; necesitaba huir. 

Salió precipitadamente por la puerta de casa, sin pensar ni siquiera dónde pretendía ir. Quería perderse, necesitaba evadirse. Subió el volumen de la música más de lo que sus oídos podían soportar y echó a andar. 

No fue consciente del tiempo que estuvo perdido por las calles, ni de que la lluvia le había calado hasta los huesos. Sólo era consciente de sus pensamientos, que se escuchaban a gritos dentro de su cabeza. 

No podía hacer nada. No sabía qué hacer. Seguir, andar, huir. Hubiera querido ser lo suficientemente fuerte como para poder continuar con todo como si nada estuviese sucediendo. Pero no lo era.

Se limitó a ver como sus lágrimas se confundían con la lluvia. 

Y siguió andando. 

no sabía dónde;
pero iba lejos. 

sábado, 29 de noviembre de 2014

Cuando perderse significa encontrarse.

Nada más lejos de la realidad que le rodeaba cada día, que le ahogaba y que no le dejaba ni siquiera respirar. 

Se había cansado ya de intentar las cosas en vano, estaba realmente harta de darse una y otra vez contra el mismo muro que encasillaba su vida en un espacio demasiado pequeño para alguien tan grande. Siempre supe que sería una de las personas más grandes que había conocido, siempre hubo algo en mi interior que decía que llegaría lejos si se lo proponía; pero estaba rota. Rota y cansada. Cansada de vivir algo que no llegaba a ningún sitio.

Su vida era la misma desde hacía ya mucho tiempo, pero lo único que había cambiado era su perspectiva. Las cosas pueden cambiar mucho a pesar de seguir siendo iguales, pueden empezar a verse de forma diferente y acabar convirtiendo el cielo en el infierno.

La habían convertido en un robot sin sentimientos; o quizá en alguien demasiado pasional. Vivir se había convertido en una auténtica receta que había que seguir paso a paso para no salirse del molde. 

Se había quedado sin espacio para vivir. Estaba totalmente harta de seguir haciendo lo mismo día tras día sin ver un por qué. Seguir haciendo lo que la mataba por dentro y conseguir con ello ser feliz era un reto incluso demasiado grande para ella. 

cuando perderse significa
encontrarse. 


viernes, 14 de noviembre de 2014

Por inercia, no por ganas.

Siguió teniendo la impresión de que se había equivocado, un día más. Hacía ya tiempo que sabía que no había tomado la decisión correcta. Hacía ya demasiado tiempo que seguía a delante únicamente por seguir y no por querer hacerlo en realidad.

Todo se había vuelto demasiado complejo y ambiguo, había dejado ya de valer la pena. El camino se había convertido en un sinsentido, en una sucesión de acontecimientos inconexos que no llevaban a ninguna parte. 

Una y otra vez la misma idea rondaba por su cabeza, imaginando todo lo que podría haber pasado si las cosas hubiesen sucedido de otra forma; si las decisiones se hubiesen tomado en otra dirección. ¿En cual? Ni él mismo lo sabía. 

Sabía que el rumbo era otro, diferente al tomado, pero no sabía cual. Tenía la necesidad de cambiar todo aquello que hacía, de sentir que hacía las cosas por convicción, por voluntad y no únicamente por obligación.

Pero una vez más, en lugar de luchar por cambiar todo aquello que no le hacía feliz, pensó que a todo se acabaría acostumbrando; que sería una etapa, e incluso que dejando de pensar en ello el problema desaparecería. 
El tiempo le hará darse cuenta de que los parches no solucionan nada, que solo son soluciones temporales que van haciendo más grande el problema en lugar de abordarlo como es debido. 

Hasta entonces, seguir hacia adelante por inercia y no por ganas.  


martes, 11 de noviembre de 2014

Renuncio al olvido.

Nunca había entendido el por qué de la necesidad de olvidar todas las cosas que algún día le habían hecho feliz. Seguía recordando lo mismo una y otra vez. Seguía haciéndose daño con lo mismo, día tras día. Continuaba con la intención de olvidar algo que formaba parte de su vida. Ya casi no recordaba el por qué, pero todo seguía presente en su cabeza. 

Necesitaba cambiar algo antes de que echar de menos le consumiese por dentro. Y de pronto se dio cuenta de que todo lo que había pasado era parte de su vida, que todo eso que recordaba constantemente era lo que le había hecho llegar a ser lo que era. En ese instante, hubo algo que cambió en su interior. 
Entendió que no tenía sentido olvidar partes de su vida cuando ya no le hacían feliz. Supo que el olvido no era solución, y que borrar lo que en algún momento le hizo feliz, haría que se quedase incompleto, vació por dentro. 

Tenía que aprender a recordar. Tenía que ser capaz de pensar en todo lo que ya no tenía a su lado, y de recordarlo como aquello que le había hecho feliz en algún momento. Algún momento pasado, que ya no correspondía al presente. 

Así que tomó una decisión que nunca pensó que sería capaz de tomar, decidió renunciar al olvido. Decidió renunciar a olvidar todos esos momentos y personas que le habían hecho feliz solo por el hecho de que ahora ya no estuviesen a su lado. 


"Renuncio, renuncio al olvido
prefiero sentir el dolor
y saber que has existido."

Renuncio - Ruth Lorenzo

martes, 4 de noviembre de 2014

Ojalá poder volver.

De repente se volvió encontrar a si mismo sentado en el borde de la cama, pensativo. Con la mente en blanco. Sin nada en su cabeza, pensando en todo. 

Necesitaba desahogarse, sacar todo lo que llevaba dentro y empezar a sentirse bien. Empezó a bucear en su memoria, recordando a muchas personas que habían decidido entrar y salir de su vida demasiado rápido. Personas que en el momento en el que dejaron huella se fueron sin más. 

Siguió repasando mentalmente, uno por uno, toda la gente con la que le hubiera gustado hablar pero con la que no correspondía hacerlo en aquel momento. 

Se dio cuenta de que de nada servía abrir sus sentimientos a gente que ya hacía demasiado que se había olvidado de él. Esperó en el borde de la cama a que sucediera algo, no sabía bien el que, pero algo que cambiase aquella situación.

Estaba cansado de ser alguien a quien todo el mundo olvidaba, se había hartado de encontrarse solo en los momentos en los que más apoyo necesitaba. Pero hasta que apareciera alguien dispuesto a acabar con su soledad, seguiría pensando hasta conseguir dormirse. 


Rincones solitarios. 

lunes, 3 de noviembre de 2014

¿Realidad o ficción?

Me levanté sobresaltado de la cama, aturdido por un ruido ensordecedor. Fui palpando todo lo que había en la mesilla de noche hasta que conseguí detener el despertador. Eran aún las seis y media de la mañana, demasiado pronto como para intentar estar de buen humor.

Aquella mañana de lunes no vaticinaba una buena semana, y el paso de las horas no hacían más que confirmar que el presentimiento inicial era correcto. Me giré hacia el otro lado de la cama, vacío, esperando encontrar algo o alguien que no existía, y que si había existido se estaría despertando en otro lugar, demasiado lejos.

De una forma más que automática, me levanté y casi sin pensar comencé con mi rutina diaria. Una especie de ritual que sucede igual día tras día y que sirve de preparación para poder empezar un día que nunca debió haber empezado. 

A la misma hora de siempre, la puerta de casa se cerró detrás de mi. Encontré a la misma vecina de siempre, en el mismo lugar todos los días, como si ambos hubiésemos decidido quedar en encontrarnos todas las mañanas. Una especie de pacto dilatado en el tiempo, que ninguno de los dos se atrevía a romper. 

Pese a nuestro encuentro diario, aún no llego a entender por qué se despierta tan temprano, si con la edad que tiene podría dormir todo el día si así lo quisiera. Supongo que cree que se le acaba la vida; piensa que madrugando aprovechará más sus últimos días. Así eliminará la culpabilidad de haber desperdiciado años y años. 

Después de saludar más por cortesía que por otra cosa, mi mano hizo girar el pomo de la puerta del portal, dispuesto a salir y empezar un nuevo día, con el único presentimiento de que acabase lo antes posible para poder volver a casa. 


Supongo que la rutina me hace pedazos, aunque en realidad no lo supongo, lo sé. 





domingo, 2 de noviembre de 2014

Silencios tapados tras un televisor.

Se quedó sentada en la parte delantera del coche, pensando en todo lo que había pasado aquel día. Quizá los acontecimientos no se habían sucedido de la mejor manera posible, pero una semana más el momento de la despedida había llegado.

Siempre que llegaba el momento del reencuentro, un ápice de esperanza aparecía en su interior, pensando en recuperar la relación que hacía tiempo que ya habían perdido. 

Sus caminos se habían separado hacía ya demasiado tiempo como para poder arreglarlo con algún que otro encuentro casual, pero sin embargo, ambos seguían dándose contra el mismo muro de siempre. Creían poder recuperar algo que habían tardado años en construir en unas horas dilatadas en el tiempo, y siguieron creyéndolo en vano durante más tiempo del que hubieran deseado hacerlo. 

La realidad es que su relación había llegado a ser especial después de mucho tiempo, y se había visto fortalecida por la gran cantidad de momentos que habían vivido juntos, pero todo lo que habían tardado tanto tiempo en en construir fue dinamitado en cuestión de semanas. 


Por fin se decidió a salir del coche, y subió a casa de forma automática, como si la hubiesen programado para hacerlo sin pensar. En casa era donde más notaba su ausencia, sobre todo en los momentos de silencio tapados detrás de un televisor al que nadie prestaba atención. Era en los momentos más insignificantes donde intentaba buscarle por todas partes, sin obtener algún resultado que no fuesen sus lágrimas

Después de quizá demasiado tiempo, se dio cuenta de que tenía que dejar de intentar conservar algo que ya se había ido. Se dio cuenta de que le había perdido, y que solo conservaba el dolor de creer tenerlo a ratos que eran demasiado cortos.

Tanta mentira que resultó ser verdad.

Siete de la tarde, hora de coger el tren, como todos los domingos. Un tren que le devuelve a la realidad que le espera durante toda la semana. Una realidad que cada vez se aleja más de la vida que había llevado durante los anteriores 18 años. 


Ahora, cuando vuelve a casa fantasea con que todo es como antes, pero cada semana se da cuenta de que la vida que tenía se va alejando cada vez más; sin que nada pueda ser hecho para detenerlo.

Tantos años llevaba esperando un cambio, tanto tiempo quiso cambiar de vida, para que cuando le dieron la oportunidad empezó a echar de menos la vida que tenía. Tanta gente que le dijo: "piénsalo bien antes, que no es tan fácil como parece" y que resultó que al final tenían toda la razón. 

Cada semana que pasa, la sensación de estar fuera de lugar aumenta; cada domingo en el tren, la sensación de que todo se va alejando más también aumenta. Y todo por querer seguir viviendo la misma vida que antes, y además vivir las nuevas experiencias. 

Sé que nunca fue consciente de que tendría que alejarse de todo un poco; y de que irse supondría perder algunas de las cosas que tenía ya ganadas. También sé que siempre pensó que todo estaría hecho desde el principio, como si todo fuese a seguir inmóvil pese a que el cambio era inminente e inevitable a partes iguales. 

Por todas estas cosas, sigue pensando en que ha cometido un error, en que no se detuvo a pensar las cosas lo suficiente antes de lanzarse en tromba hacia un vacío en el que no sabía lo que iba a encontrar.


Al final, resultó que todas las voces que decían que nada iba a ser tan fácil como él imaginaba tenían razón. Al final tanta mentira resultó ser verdad, y tanta verdad resultó ser mentira. 




sábado, 1 de noviembre de 2014

Lugares, personas y sentimientos.

Hace tiempo que sucedió todo, pero sin embargo no hay día que no me acuerde de todos y cada uno de los detalles. Detalles que siguen vivos en mi memoria, detalles que reviven en forma de recuerdos. 

Todo se reduce a pedazos. 

Pedazos de esos que cuando los recuerdas te sacan una sonrisa, sea el momento del día que sea; sea cual sea tu estado de ánimo. Los recuerdas y sonríes. Sonríes porque lo echas de menos, porque recuerdas que eras feliz. Pero de todo aquello solo quedan recuerdos y alguna que otra foto.

Todo se reduce a pedazos.

Por muy vivo que siga todo en tu memoria, sabes que nunca volverás a sentir lo mismo, que todo forma parte del pasado. Quizá sea mejor así. Quizá sea mejor conservar un recuerdo intacto, a intentar revivirlo y hacer que deje de ser especial. 


Algún prado de Irlanda. 

Primer pedazo.

A veces la gente toma decisiones alocadas, decisiones que no se piensan ni se meditan, pero que al fin y al cabo son las que hacen de la vida lo que es. 

Quizá por eso, y porque los sentimientos están para ser expresados, este es el primer pedazo de muchos otros, que vendrán con el tiempo, y que juntos tejerán lo que fuimos, somos y seremos.

Puede ser que por todas estas cosas sea necesario plasmar en un ente físico las cosas que se nos pasan por la cabeza, puede que por esta y otras muchas cosas escribir se convierte en algo más que una simple sucesión de palabras.

Por todo esto, espero que este sea el primer pedazo de una larga lista, de una larga lista de retales, pedazos y teselas que forman eso que llamamos vida.